Estando sentado en la cornisa de la luna pude ver
Que me acercaba a la tribuna de un juzgado
noctambulo.
Sentir miedo es de cobardes impuros para creer,
Me dispuse a entregarme y moví mi desdicha al
receptáculo.
La avaricia desbordó el recipiente haciendo alarde
del sueño
Que desde mi infancia había secuestrado en algún
rincón del cielo,
Y la honestidad me dejó a la deriva en este juego de
un iluso,
Aun recuerdo como mi vida se inclinaba hacia un
argumento espurio.
El dolor solo como estado de ánimo me tomó por
rehén,
En este espacio alejado de todo lugar donde estés,
Pues la soledad es la amante fiel de mi vida,
La que me acogió y me dio una lujuriosa estadía,
Mientras el amor escapó aquel fastuoso día
Aunque la luz de la luna descubre mis miedos,
Siento que no es mío este inútil sentimiento,
De sentirme condenado a vagar en la eternidad,
De una realidad paralela a toda condición de mi
inseguridad.
Ahora la luna se ha echado a la siesta,
Mientras el castigo de mi corazón
Monta en el infierno una fiesta,
Pues ahora mi destino es un puñal
Tan traicionero como el filo de un ojal,
Que se clava en mi sien herida,
Y se incrusta cada vez mas querida,
Como Cien estocadas al corazón de un soñador,
Cuando su amor se vendió al viejo estafador.
Y sentado en el filo de un amanecer oscuro
Y tan tórrido como su condición de amar,
Sentí que estaba condenado a naufragar en este
inmenso mar,
Hasta el despuntar de un alba cargado con mis
sueños,
Ya desvencijados de tanto esperar,
Supe que era el instante en que se acabó mi camino,
Y todo el cielo se convirtió en un precipicio
Donde fui devorado por los demonios del verismo,
Hasta que en medio de la pesadilla de mi despedida,
Apareció la luz que venció a la oscuridad,
Ella, salvaría lo que aun quedaba de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario