Sólo el silencio sabe cuánto me costó perderte, cuánto me fui quedando
en silencio mientras te ibas como velero que zarpa con rumbo al ocaso. Sólo el
silencio sabe cuánto te he amado.
Aún recuerdo cuando al alba de un día le conté que te quería, que te
había visto la noche pasada caminando frente a mi ventana y que la noche quedó
perpleja y corta para verme pintarte a trazos delineados y perfectos, dibujar
tu silueta en color carmín, tu vientre en forma de cuna y mis sueños de saberte
mía en mis sueños.
Me dijo que te había visto surcar varias callejuelas cerca de mi
ventana, que te había perdido pero luego encontrado, que los primeros rayos de
esos días me develarían noticias tristes y si acaso, imposibles de creer… solo
el silencio sabe cuánto lloré cuando te conseguí en brazos de otro, cuántas
lágrimas que por orgullo se escondieron y por “pureza del alma” debí esconder
en la trastienda de todo. Sólo porque el silencio sabe cuánto sufrí por no
hacerte mía.
Sólo el silencio sabe cómo entre llanto y tristeza supe enfrentar la
vida que llevo ahora, sin ti. Sólo el silencio sabe cuánto te he amado y cuanto
te añoré hasta este día en el que juré no volverte a ver. Sólo el silencio sabe
cuándo dejé de quererte y comencé a vivir.
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