A través de su voz conocí tristemente la amargura, un dulce pero áspero
sentimiento que me dio la última estocada al corazón: ya no me amaba.
Me miró y sin palabras me lo dijo, era imposible saber a ciencia cierta
si la corazonada que en mi corazón retumbaba, que pedía a gritos que fuera mentira fuera
real o una simple jugarreta de mi
condición de ser humano. Simplemente a través de su voz, solo escuche un ADIOS.
Recuerdo que me susurró al oído, pronunciando cada palabra como un
silbido, pero el sonido parecía propagarse como fuego enardecido, como amor
perdido. A través de su voz, lo supe todo y la derrota que a mi ventana se
asoma y se hace de a poco un manto con mis lagrimas se ríe de mi como quien no
quiere se burla de mi como quien hace bromas para reír, llora conmigo como
quien ha acompañado a un hermano o amigo en un momento de dificultad.
Una lágrima rueda por mi mejilla como para poner en evidencia mi
debilidad y mi tristeza, ella me abraza como si eso bastara para erradicar el
sufrimiento que en mi corazón se aloja ahora, me aprieta fuerte y noto que
también está llorando ¿Por mi? ¿Por ella? ¿Por quién? Simplemente no lo sé,
solo nos quedamos en silencio pensando que en algún momento alguien rompería
nuestro silencio a pesar que ojos curiosos nos ven esperando una reacción… pero
no sucede nada. Solo eso, NADA.
Como extraño sentir su cabello, que su mirada coincida con mi alma, como
extraño esa cercanía que ahora nos separa, aunque juntos estemos… se oirá mi
llanto y ya ella no me secará las lagrimas con su sonrisa, ya todo eso se ha
acabado, pueril idea es pensar que estaríamos juntos, que seríamos felices, que
lograríamos ser lo que un día fuimos. Pero en ese momento solo sabía que
sucedía una cosa… NADA.
¿Recuerdas cuando nos solíamos sentar a conversar por horas? ¿Recuerdas
cuando te miré a los ojos y nerviosamente dije “Te amo”? aun yo si lo recuerdo, nunca lo hubiera hecho, y aún
seguiríamos juntos como dos locos jugando a buscar la realidad donde solo había
recuerdos y sueños míos que simplemente ya se han marchado para nunca más
volver.
Y aún así te quiero, y aun así te amo. Se te extraña desde este lugar
que se ha vuelto un NADA. Y ahora en este día gris que nos sirve de testigo,
sentados oliendo el dulce olor a amaranto fresco, llega él, llega el hombre a
quién amas y con una rosa entre sus manos viene a tu encuentro mientras tú me
miras con ojos que muestran una tristeza que nunca vi en ti, una soledad que se
había apoderado de ti. Aprietas muy fuerte mi mano, con una expresión de “Te necesito, no te vayas” pero ya es muy
tarde sé que mi destino no es contigo, ni la tuya conmigo, y no te volví a ver,
y lo único que rompió nuestro silencio fue cuando dije: “A través de tu voz,
supe probar la derrota”.
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